viernes, 22 de marzo de 2013

Antonio y Cleopatra

Divertidísima y aggiornada máquina del tiempo.
Por Tomás Rodríguez

La puesta de Patricio Orozco sobre “Antonio y Cleopatra”, una de las obras menos representadas del dramaturgo inglés a pesar de ser Cleopatra uno de sus personajes más complejos, cumple con lo que promete. ¿Qué promete? Ver esta obra como se veía hace 500 años, una experiencia única y distinta para el teatro de Buenos Aires.

La cita es en el Teatro Shakespeare, construido en la Costanera Sur en el medio del verde y a orillas del río y con los parámetros de los teatros isabelinos. Al entrar, tenemos las gradas (donde el espectador podrá sentarse si lo desea) y el gran patio delante del escenario (en el cual puede ir de parado, o hasta alternar posiciones a lo largo del espectáculo). El escenario isabelino no está metido dentro de una pared como en los tradicionales teatros a la italiana a los que estamos acostumbrados a asistir, sino “salido hacia el patio”, como una especie de pasarela por donde Antonio, Cleopatra, César, Enobarbo y todos los personajes que cuentan el cuento desfilarán (atención a los que deciden ir de parados en el patio, los actores pasan por entre la gente). Esto asegura una total cercanía con los actores, el espectador rompe con la distancia usual que se nos pauta en la mayoría de los espectáculos. Ya sólo por eso, es una apuesta atractiva.

Por otro lado el texto ha sido reducido convenientemente a la duración de una hora, resaltando los episodios más aprovechables desde lo espectacular, volviendo a ésta una versión dinámica y llevadera para todos aquellos que no están acostumbrados al teatro, y menos al teatro de Shakespeare. Verónica de la Canal, con sus vestuarios sencillos y a la vez lujosos, hace de ésta una obra absolutamente vistosa. Intervenciones musicales con temas de Madonna, interpretados por un cuerpo de baile que merece una ovación de pie, con coreografías de Vanesa García Millán, añaden un aire revisteril que hace de esta propuesta algo irresistible para los sentidos. Shakespeare era, además de un gran autor y poeta, un gran showman, y sabía que al escribir sus obras debía darle al público lo que quería: momentos de humor, drama, dinamismo, personajes de todos los tipos, escenas de intimidad y de multitudes. Orozco retoma esta intención y la traslada al siglo XXI. Su puesta resalta el humor de esta tragedia, pero no se engañen: veremos una obra que comienza burbujeante como una copita de champagne, y termina, como se debe, oscura y silenciosa, cuando el destino de estos amantes halle su desenlace trágico. Este ir y venir de lo trágico a lo cómico, de la palabra hablada al número de music hall… Todo esto retoma un rasgo esencial del teatro shakesperiano: es un teatro popular, pop, que va a la gente y que le cuenta el cuento desde cerca.

Cristina Pérez se presenta elocuente y elegante en su rol de la monarca egipcia, y sorprende un Diego Ramos galante en el rol de Antonio; juntos hacen una pareja que da gusto ver. Merecen una mención Sebastián Pajoni en el rol de César, un desopilante Hernán Giménez como El Mensajero (responsable de alguno de los pasajes más hilarantes de la obra) Miguel Di Lemme como Enobarbo y una muy canchera Carmiana, interpretada nada menos que por Celeste García Satur, sobrina del famoso Claudio.

Para más información y reserva de entradas: http://antonioycleopatra.com.ar/

¡Ah, mirá que es gratis!

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MI DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS:

Como director de este diario, me gustaría dejar en claro una lista de los principios que voy a defender de aquí en adelante:

-Garantizar un espacio de libre expresión para todos los jóvenes interesados en participar.
-Ofrecer un diario apartidario, no así apolítico.
-Publicar artículos verídicos.
-Brindar un medio de expresar y promover el arte y la cultura popular.



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